Aunque los niños a los 3 años se sientan “grandes”, impulsados en parte por el deseo de independencia que caracteriza a esta edad, siguen siendo los pequeñitos que piden que les lean el mismo cuento una y otra vez o que quieren ver por enésima vez el mismo video, porque encuentran un enorme placer al poder anticipar lo que vendrá y seguir una historia que ya conocen. Como padres, hay que permitirles hartarse de escuchar y de ver sus historias preferidas… ¡y seguir ofreciéndoles nuevas!
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