La tradición de contarles a los chicos que un señor barbudo que viaja en trineo es el que reparte los regalos de Navidad se ve, en algún momento, cuestionada por los mismo interesados. Y los padres, que incentivaron esa creencia y la disfrutaron junto a sus hijos, en algún momento se preguntan hasta cuándo deben sostenerla y si no será hora de ir abriéndoles los ojos. Por supuesto, esto también genera temor: es como el chupete, después de que se lo diste, ¿quién se lo saca?
Hasta alrededor de los 5 años los chicos todavía no distinguen entre fantasía y realidad y el pensamiento mágico es el que predomina. Por eso, el niño atribuye a los seres animados o inanimados características humanas, cree realmente que los animales o los objetos hablan y actúan como los seres humanos, cree en los personajes de los cuentos (fantasmas, hadas, monstruos, brujas, etc.) y esto es muy sano ya que la imaginación y la fantasía son muy importantes en el desarrollo del psiquismo infantil.
Alrededor de los 6 años los niños pueden comenzar a preguntarse si Papá Noel existe de verdad. Y tal vez una buena edad para sincerarnos al respecto con nuestros hijos sea alrededor de sus 7 u 8 años: a esa edad los chicos comienzan a desarrollar un tipo de pensamiento más abstracto y están mejor preparados para comprender la verdad. De hecho, muchas veces chicos van sospechando… por ejemplo ven que Papá Noel tiene los mismos zapatos que su papá, descubren los regalos debajo de la cama antes de Navidad, escuchan a algún adulto decir donde compró los regalos, etc. Y a veces llegan solos a la conclusión de que en realidad son los padres los que compran los regalos.
La verdad es que las propagandas en la televisión y en los medios gráficos no ayudan demasiado. ¿Cómo convencer a los chicos de que están destinadas exclusivamente a Papá Noel y que él se dedica a mirarlas para comparar precios y elegir el juguete de cada niño en el mundo?
Una vez que la familia decide darle a Papá Noel y a los Reyes su verdadero lugar -el de un mito, una tradición o un juego-, lo mejor es dar una explicación acorde a la edad, clara y sencilla. No hay una receta sobre cuál es la forma correcta de decirles la verdad. El modo en que esto se transmita va a depender del estilo y las creencias culturales y religiosas de cada familia en particular.
Pero más que cómo decirlo, a los padres muchas veces les preocupa cómo van a reaccionar los chicos al enfrentarse a la cruda realidad.
¿Qué pasa si los chicos reaccionan enojándose con los padres por haberles mentido?
Puede ser que los chicos sientan enojo o se sientan defraudados porque les mintieron. Hay que acompañarlos y darles tiempo para procesar la nueva información. Hay algunas posturas que plantean que no es correcto decirles a los chicos que Papá Noel trae los regalos ya que no están de acuerdo con mentir a los niños y plantean que esto puede tener consecuencias como la pérdida de confianza en los padres. Hasta ahora no hay ninguna investigación seria que avale esto y que demuestre que pueda ser perjudicial para los chicos. Los niños poco a poco se irán dando cuenta de que muchos de los personajes imaginarios en los que creían no existen… por ejemplo las hadas, las brujas, el ratón Pérez, etc. Y no se ha demostrado que esto tenga ninguna consecuencia traumática en el psiquismo de los chicos.
Ahora, los chicos muchas veces sorprenden a los padres con sus reacciones y no sería raro que, a pesar de que los adultos deseen convencerlos del nuevo paradigma –y hasta le muestren el disfraz de Papá Noel que tienen escondido en el placard- ellos se resistan a aceptar las nuevas reglas de juego.
¿Qué pasa si no les creen a los padres y siguen convencidos de que estos personajes existen?
No hay que ponerse muy insistente, ni volver al tema constantemente. Es normal que tarden en asimilar esta nueva información, a medida que pase el tiempo y que hablen con otros chicos y adultos irán aceptando poco a poco que Papá Noel no existe. A veces los chicos necesitan contarlo, compartirlo con otros y esta es la forma en que lo van procesando, por eso es común que se enteren a partir de pequeñas sospechas o porque algún compañero del colegio o primo se los cuenta.
Una vez planteada la verdad, una opción es pedirle al niño que nos ayude a guardar el secreto, sobre todo cuando en la familia hay otros hermanos o primos más chiquitos, que todavía no lo saben. Pero no hay que forzarlo ni presionarlo si no quiere hacerlo. Se le puede decir que él ya es más grande y por eso sabe la verdad y que es importante que nos ayude a mantener el secreto.
Y también hay que tener en cuenta que, cuando los adultos se resisten a terminar con el “juego” de Papá Noel, pueden estar mostrando alguna dificultad para aceptar que sus hijos están creciendo y que hay que despedirse del niñito pequeño para empezar a vincularse con él como el niño mayor que ya es.
Asesoró: Psicóloga María Paula Gerardi