Las mujeres somos amigas por naturaleza, necesitamos de otras mujeres cerca con quienes hablar, reír, llorar, compartir, y si no las tenemos, la vida se hace cuesta arriba. Y aunque no haga falta ningún estudio para demostrarlo, hay investigaciones que explican este efecto saludable de la amistad que tan bien nos hace.
Hablar con amigas: un recurso antiestrés
Una discusión de pareja, problemas en el trabajo, un desaprobado en la facultad, un “día de esos” en los que nada nos viene bien, todo, todo cambia de color cuando lo compartimos con una amiga. Es que hablar con ella o ellas nos relaja y nos hace ver las cosas de otra manera, sabiendo que tenemos a alguien en quien confiar y charlar hasta que la angustia se disipe, al menos un poco.
Al parecer, esta necesidad de juntarnos con amigas cuando las cosas no andan bien o necesitamos relajarnos tiene un por qué científico: un estudio publicado por la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), explica que cuando las mujeres liberamos la hormona oxitocina como reacción frente al estrés, en vez de aislarnos -como es el caso de los hombres-, necesitamos juntarnos con otras mujeres y cuidar de nuestros hijos. Y cuando esto sucede producimos una cantidad aún mayor de oxitocina que reduce el estrés más agudo y provoca un efecto calmante.
Aunque antes se creía que frente a una situación estresante el ser humano tendía a huir o a pelearse con otros, este estudio demostró que ese comportamiento tiene más que ver con los hombres y no con la humanidad en general. Entonces, ¡a juntarse más con amigas para evitar el tan conocido y mencionado estrés de esta era!
La amistad nos ayuda a vivir más y mejor
Una amistad verdadera, en la que la confianza nos permite mostrarnos tal cual somos, donde no hay segundas intenciones y donde cada una sabe todo de la otra y puede decir lo que piensa, aceptando que el otro es distinto, claramente nos revitaliza.
De hecho, hay un estudio que lo demuestra. Se trata del Estudio de Salud de Enfermeras, de la Escuela de Medicina de Harvard (se hace cada dos años enviando preguntas a más de 200.000 enfermeras de los EE.UU), que empezó como un estudio para probar los efectos a largo plazo de los anticonceptivos en las mujeres y se transformó en una fuente inagotable de temas referidos a la salud femenina. En este estudio se descubrió que cuantas más amistades verdaderas tienen las mujeres menores son sus probabilidades de desarrollar enfermedades a medida que envejecen. Y que el hecho de no tener una amiga cercana es tan dañino para la salud como el consumo de tabaco o el sobrepeso.
Una amistad verdadera
Todos estos efectos saludables de la amistad entre las mujeres son el resultado de una relación verdadera, basada en cinco pilares fundamentales:
- Confianza: saber que podemos confiar plenamente en esa persona es fundamental para establecer una comunicación sin interferencias.
- Sinceridad: mostrarnos tal cual somos sin tener miedo a ser rechazadas y sin querer impresionar siendo desleales con nosotras mismas, es una de las claves para lograr una amistad sana y perdurable, donde ambas nos comprometemos a aceptarnos y respetarnos.
- Reciprocidad: saber dar y recibir, aprendiendo lo maravilloso que es el cariño totalmente desinteresado, es parte de una amistad verdadera.
- Saber escuchar: poder escuchar y aconsejar al otro es una manera de darle más valor y fuerza a esa amistad.
- Respeto: respetar las opiniones y la forma de ser de nuestra amiga es ayudarla a abrirse para mostrar todo de sí misma, colaborando a construir juntas una verdadera relación amistosa.
Después de conocer todas estas virtudes de la amistad, nos preguntamos por qué será que entre la vorágine diaria del trabajo, el estudio, la familia y demás una de las primeras cosas que relegamos las mujeres es el encuentro con amigas…